Queridos ateos…

El diario El País publicó el 25 de mayo pasado este artículo con el que coincido. Es de Francis Spufford. La traducción es de Ángela Porras y la imagen de Eva Vázquez.

Queridos ateosPermítanme que venga a molestarles con un proyecto: el del respeto mutuo entre ateos y creyentes. Se apoya en un principio muy sencillo: ambos sostenemos una postura para la que, por definición, no hay pruebas. Nosotros creemos que existe un Dios y ustedes creen que no; cuando, en realidad nadie lo sabe, ni puede saberlo: no es una cuestión susceptible de ser probada. La ciencia, como mucho, puede demostrar que no hay necesidad de Dios como explicación física de nada. Puestas así las cosas, la posición natural, neutral y moderada sería el agnosticismo: un calmado, indiferente desconocimiento. Sin embargo, usted y yo, esas salvajes criaturas románticas que somos, nos apresuramos a tomar posiciones de fe sobre el asunto. Esta compartida (aunque enfrentada) extravagancia podría convertirnos en almas gemelas. O en sin-almas gemelas; yo digo lechuga, usted dice tomate, pero al menos ambos estamos hablando de hortalizas. Ateos y creyentes son, en formas opuestas, gente con convicciones, gente que se queda fuera del centrado campo del empirismo. Mes frères, mes soeurs, mes semblables! Abracémonos, porque todos somos refugiados huyendo del aburrido pragmatismo.

Ah, ¿que no? No. Porque exponer que el ateísmo es simplemente otra forma de fe ataca la idea que el no creyente beligerante tiene de sí mismo: la idea de que el ateísmo es de alguna forma científico y, en el campo Continue reading

El Preguntas

El PreguntasEn el pueblo todos le llamaban “El Preguntas”. Y él se decía a sí mismo que, a fin de cuentas, era normal su ignorancia de tantas cosas. Aunque ya tenía 42 años (más o menos, tampoco estaba muy seguro), su pueblo era uno de los más pequeños (había quien decía que era «el más» pequeño) de Judá. Recordaba que, de crío, el rabino se ponía muy contento cuando había cinco niños en su escuela, ¡porque si había cinco es que habían ido a clase todos los niños del pueblo! De todos modos, no estuvo mucho tiempo en la escuela del rabino. Sacar la casa aelante requería muchas manos, y aun así eran pocas. Por eso, desde muy chico le toco pastorear.

Quizá fuera esa la razón de que tuviera tantas preguntas. Pero debía haber algo más. Continue reading

Pedro Casaldáliga: Navidad 2014

Como cada año, la sabiduría entrañable y encarnada de la felicitación navideña de Pedro Casaldáliga (la imagen la he añadido yo, es de Maximino Cerezo Barredo, compañero de Pedro en la caminhada con los empobrecidos):

Sube a nacer conmigo, dice el poeta Neruda.
Baja a nacer conmigo, dice el Dios de Jesús.
Hay que nacer de nuevo, hermanos Nicodemos,
y hay que nacer subiendo desde abajo.
De esperanza en esperanza,
de pesebre en pesebre, todavía hay Navidad.

Desconcertados por el viento del desierto,
que no sabemos de dónde viene ni adónde va.
Encharcados en sangre y en codicia,
prohibidos de vivir con dignidad,
sólo este Niño puede salvarnos.
De esperanza en esperanza,
de pesebre en pesebre, de Navidad en Navidad.

Siempre de noche naciendo de nuevo, Nicodemos.
“Desde las periferias existenciales”,
con la fe de María y los silencios de José
y todo el Misterio del Niño, hay Navidad.

Con los pobres de la Tierra confesamos
que Él nos ha amado hasta el extremo
de entregarnos su propio Hijo,
hecho Dios venido a menos, en una Kenosis total.

Y es Navidad. Y es tiempo nuevo.
Y la consigna es que todo es Gracia,
todo es Pascua, todo es Reino.

Navidad 2014. Pedro Casaldáliga

Embarrados

Copio esta muy interesante entrada del blog «14 kilómetros» (hace referencia a la distancia que separa la gran urbe madrileña de uno de los lugares más excluidos de España, la zona degradada de Cañada Real Gaiana, especialmente el poblado de El Gallinero), de Javier Baeza.

El pasado sábado tuve una experiencia muy particular.

Teníamos prevista la celebración de los derechos de los niños y niñas del poblado Rom del Gallinero. Las inclemencias meteoroembarrados 1lógicas hizo que se suspendiese la fiesta, retrasando su celebración. Una de las personas que había anunciado su participación fue D. Carlos Osoro, Arzobispo de Madrid. Tenía interés en conocer el poblado, a los vecinos, los pequeños y sus familias. Dicho interés se confirma con la llamada anoche, a través de un amigo común, insistiendo en la posibilidad de mantener la visita, aunque la fiesta estuviera temporalmente suspendida. Efectivamente quedamos, el sábado por la mañana y bajo un espectacular manto de agua nos dirigimos al poblado.

La visita apunta, cuanto menos, curiosa. Desde el primer saludo se impuso la confianza, tuteándonos mutuamente. En mi furgoneta viajan dos adolescentes rumanos que llevan la música rap a muy alto volumen. D. Carlos sube, junto al amigo común, su chófer y el cura Pepe en lo asientos traseros dejando que los adolescentes vayan delante de la furgoneta. La camaradería comienza a sentirse.

Llegamos al poblado. Jorge y Marta, dos almas fundamentales en la presencia y la vida de los ROM en el Gallinero, nos están esperando para acompañar la visita.

Tras explicarle el número de familias y pequeños que habitan el poblado, comenzamos, amparados bajo los paraguas, la visita a las familias. Entramos en alguna casa. Saluda, acaricia y pregunta a los más pequeños que vamos encontrando en el paseo. Conocer la realidad en la que viven estas familias, el desprecio con que se les trata desde la Administración, los intereses con que se acercan oeneges, activistas y otros colectivos donde priman los programas y modos preconcebidos a los modos y maneras de los habitantes… hace que D. Carlos se embarrados 2lleve un chorreo de información y denuncia que la lluvia que cae no despeja la perplejidad y dolor que refleja su rostro.

La dignidad que refleja el interior de las viviendas donde moran las familias rumanas contrasta con el exterior callejero donde los charcos hacen de hall de las viviendas y la ropa tendida empapada colorea la gris mañana. D. Carlos muestra estremecimiento y desconcierto por la realidad que la pobreza le presenta ante sus ojos. Sin embargo el respeto con que se refiere a las familias, la ausencia de juicio sobre sus vidas y la escucha atenta a lo que le vamos contando hace que D. Carlos se convierta no en un invitado de piedra, cuanto en alguien que en medio de este espacio de exclusión y dificultad, anima, fortalece y nos hace sentir más vivo el privilegio de compartir la vida con estas familias gitano rumanas.

La realidad, señala D. Carlos, hace que las valoraciones morales o los juicios sobre la vida de los otros haya de ser considerada, precisamente, desde lo que se vive no desde lo que definen doctrinas, tradiciones o ideologías del tipo que sea.

El paseo sigue por el poblado. El barro va cubriendo no sólo los zapatos de quienes andamos los caminos de tierra, sino que empapa todas aquellas seguridades que nuestra cómoda vida nos va brindando.

Las familias preguntan quiembarrados 3én es este señor que nos acompaña. El intento explicativo no resulta fácil. Otros jóvenes, cuyas ropas empapadas les cubre la cabeza, dicen conocerle. “Es el papa”, se chilla uno a otro. Más allá del parecido físico –que efectivamente los muchachos han acertado- esperamos que los mensajes que está lanzando el papa Francisco al mundo, sean tan acertados y evangélicos como los que esperamos de D. Carlos en esta nueva andadura por Madrid.

El abrazo de despedida, ya en la ciudad urbanizada y cosmopolita, hacen superar los malos tratos sentidos en otras épocas y acrecienta que este tiempo de espera que alumbramos sea signo de una Iglesia no al servicio de… cuanto en medio de la vida de los más desfavorecidos, viviendo con ellos y desde ellos.

La fraternidad, fundamento y camino para la paz

Mensaje de Francisco para la celebración de la XLVII Jornada Mundial de la Paz: 1 de enero de 2014. Fuente: web de la Santa Sede.

Fraternidad. 47 Jornada Mundial de la paz1) En este mi primer Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, quisiera desear a todos, a las personas y a los pueblos, una vida llena de alegría y de esperanza. El corazón de todo hombre y de toda mujer alberga en su interior el deseo de una vida plena, de la que forma parte un anhelo indeleble de fraternidad, que nos invita a la comunión con los otros, en los que encontramos no enemigos o contrincantes, sino hermanos a los que acoger y querer.

De hecho, la fraternidad es una dimensión esencial del hombre, que es un ser relacional. La viva conciencia de este carácter relacional nos lleva Continue reading

40 días con los últimos – Día 1º

La campaña cuaresmal «4o días con los últimos» de este año 2013 (puede verse un resumen en este enlace, ofrece hoy, miércoles de ceniza, una reflexión sobre el desperdicio de alimentos que me parece interesante y copio aquí.

Nuestra forma de alimentarnos (1)

Relato: La guinda

Somos lo que comemos –dicen– pero también podemos pensar lo contrario: que somos lo que no comemos, lo que desaprovechamos.

Y digo esto pensando en mi estimado Jaume. Cuando nos reunimos para alguna celebración familiar la guinda de los pasteles siempre queda apartada en un rincón de todos los platos de los comensales. Excepto en el de Jaume que se las come, explicando que le gustan. Pero creo que miente. Porque cuando pasa por casa y le regalamos pan para que alimente a los pájaros de su jardín nos dice que no está lo suficientemente duro, que sigue siendo comestible, y se lo come. O porque los plátanos que mis hijos dicen que ya están demasiado maduros, casi negros, él sigue considerando que son una buena merienda, que no se pueden echar a perder, y se los come. Por los mismos motivos argumenta que los yogures, diga lo que diga el envase, no caducan nunca, que eso son mentiras de los fabricantes.

Y sí, como yo pensaba, sentados viendo un documental sobre el brutal derroche de alimentos que nuestra sociedad practica, el 50% de todo lo que se produce, me ha confesado que no le gustan esas cerezas confitadas de los pasteles, pero que en su casa, la posguerra y las penurias, les enseñaron a no
desperdiciar nada.

Como banquero jubilado saca rápidamente la cuenta: la mitad del hambre de tantas personas en Haití, Congo o Sierra Leona se acumula en nuestros vertederos.

(Gustavo Duch)

Desperdicios de comida

En sólo dos generaciones hemos pasado de la escasez a la abundancia, lo que nos ha llevado de economizar a derrochar. Según informa una resolución del Parlamento Europeo (18 de enero de 2011), en la cadena de producción, suministro y consumo se desperdicia el 50% de los alimentos. Basta con acercarnos a la puerta de atrás de un supermercado para ver a diario la gran cantidad de alimentos que, en su mayoría en buen estado, van a la basura. En ocasiones sus políticas internas prohiben darlo a las personas sin recursos que, cada vez más, esperan a recogerlo.

En una sociedad que permite esta situación no podemos estar orgullosos de nuestro comportamiento ni del modelo agroalimentario del que nos hemos dotado. La comida no es más que el aprovechamiento de recursos naturales –aire, agua, tierra– y en este sentido en España hemos entrado ya en déficit ecológico. Nuestro modelo consumista ha agotado lo que nos corresponde y si seguimos comiendo, respirando y contaminando es porque contraemos una deuda. En realidad se trata de un hurto ecológico y de un mal uso del préstamo que nos han hecho las generaciones futuras.

¿Qué podemos hacer (o dejar de hacer)?

Ser conscientes de la comida que tiramos, individualmente y como sociedad.

  • Haz el propósito firme de no tirar nada de comida.
  • Si eres cristiano, recuerda que hoy es Miércoles de Ceniza, día de ayuno, oración y limosna. Vívelo a tope.
  • Pásate un día a la hora de cierre por la puerta de atrás de un mercado, supermercados o centro comercial de alimentación y quédate observando…

Y todo esto sin que nuestra parte de culpa nos desanime. ¡Podemos cambiar!

Documentación relacionada


El tiempo se ha cumplido. El reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en esta Buena Noticia” (Mc 1, 15)
Señor, ayúdanos a vivir esta cuaresma con auténtico espíritu de conversión. Amén.

Educación. ¿En qué? ¿Pa’qué? ¿Pa’quién?

La buena gente de la JOC (Juventud Obrera Cristiana) ha lanzado su Campaña 2012-2013 con un más que sugerente tema: «Educación. ¿En qué? ¿Pa’qué? ¿Pa’quién?«.

Y merece muy mucho la pena la canción y el vídeo de la campaña, obra de Pedro Pastor Guerra, con la grabación y producción de Ciudadano Kamikaze.

Naces y tu primera asignación es estudiar, en sus escuelas
Creces, y sin mostrar resignación te encauzas en su vereda.
Vacía de sensaciones, sin tiempo para canciones
Rebaño inocente entrando en la boca del lobo.

El futuro asegurado, prometían.
Esta es la única vía,
y murió con dos carreras y sin comida.
Un futuro sin trabajo, la generación perdida
¿Dónde queda, donde queda, la enseñanza obligatoria y gratuita?

Un futuro sin presente,
un presente que te priva,
que te excluye, que te aparta, que te aleja,
que te olvida.

LEVÁNTATE, QUE NO TE ENGAÑEN
EL FUTURO ESTÁ EN NUESTRAS MANOS
AÚN TENEMOS SIETE VIDAS POR DELANTE
QUE NO TE ENGAÑEN, QUE NO TE ENGAÑEN.

LEVÁNTATE, SAL A LA CALLE
EL FUTURO ESTÁ EN NUESTRAS MANOS
AÚN NOS QUEDAN SIETE VIDAS POR DELANTE
QUE NO TE ENGAÑEN HERMANO.

Alisaron el terreno desde arriba,
Y dejaron el sistema en carne viva,
Ajustaron más las tuercas, sus medidas,
Nos llevan a una calle sin salida.

No queremos más recortes en la pública,
Ni Educación que mercantiliza
al obrero, al «parao», al inmigrante,
al que más la necesita.

LEVÁNTATE, QUE NO TE ENGAÑEN
EL FUTURO ESTÁ EN NUESTRAS MANOS
AÚN TENEMOS 7 VIDAS POR DELANTE
QUE NO TE ENGAÑEN, QUE NO TE ENGAÑEN.

ORGANÍZATE Y ÉCHALE UN CABLE
AL QUE VEAS QUE AÚN SIN NADA
TIENE GANAS DE REIVINDICARSE
ABRE LOS OJOS, QUE NO TE ENGAÑEN (BIS).

EDUACACIÓN: EN QUÉ? PA’ QUÉ? PA’ QUIÉN? (BIS)
– sin distinciones sexuales, sin distinciones raciales.
EDUACACIÓN: EN QUÉ? PA’ QUÉ? PA’ QUIÉN?
– que somos personas, no animales.
EDUACACIÓN: EN QUÉ? PA’ QUÉ? PA’ QUIÉN?
– nativa y extranjera, la misma clase obrera.
EDUACACIÓN: EN QUÉ? PA’ QUÉ? PA’ QUIÉN?
– para todo el que la quiera.
EDUACACIÓN: EN QUÉ? PA’ QUÉ? PA’ QUIÉN?
– da igual de que clase provenga
(sinWert-güenza, sinWert-güenza).
EDUACACIÓN: EN QUÉ? PA’ QUÉ? PA’ QUIÉN?
– que ésta no hay quien la comprenda.
EDUACACIÓN: EN QUÉ? PA’ QUÉ? PA’ QUIÉN?
– por, y para el pueblo.
EDUACACIÓN: EN QUÉ? PA’ QUÉ? PA’ QUIÉN?
– pública, y de calidad, por favor.
EDUACACIÓN: EN QUÉ? PA’ QUÉ? PA’ QUIÉN?

EDUACACIÓN: EN QUÉ? PA’ QUÉ? Y PA’ QUIÉN? (BIS)
– para TODOS.

Un lugar en la Iglesia

El 22 de noviembre de este año me escribió un correo-e una joven (debe rondar los 20 años) a la que conocí hace no mucho en un encuentro eclesial y con quien compartí buenos momentos. Planteaba una cuestión que me parece absolutamente candente en nuestras comunidades creyentes. Creo interesante copiar aquí parte de ese correo (desde luego, quitando toda referencia personal que pudiera identicar a su autora, cuyo nombre, además, me invento) y, más abajo, mi respuesta. Parte del correo-e que me mandó decía así:

Como ya te comenté en algún correo, hemos empezado un grupito nuevo de … Además, hemos conseguido un sitio genial para reunirnos y un animador que, al menos, tiene bastante experiencia en grupos de jóvenes.

Personalmente, yo llevo estos últimos tres años sin un grupo fijo y cercano que me aporte lo que yo siempre he tenido en un grupo (desde pequeñita, hasta después de la confirmación, he tenido el mismo grupo). Apoyo, posibilidad de compartir, escucha, interpelación, interpelación, y más interpelación, que cómo nos gusta a los de […]  esta palabreja!! Y este año, con este grupo, yo estoy muy contenta, la cosa va bien, vamos haciendo cositas, haciendo grupo… Pero hay un «nivel» de compartir cosas, de hablar de lo profundo, de lo personal, de lo que nos preocupa… que deja bastante que desear. No sé si me estás siguiendo. No sé si es que yo soy muy exigente, o si es que ellos pasan mucho del tema (ya sabes, la uni, primer año, la fiesta, las tias… buf!). Pero la consecuencia es que yo no puedo compartir todo lo que necesito en ese grupo. Porque no hay una actitud de compartir las cosas que realmente nos preocupan, y eso se nota. Se nota en que hablamos de «tonterías», que está bien hablar de vez en cuando, pero no todo el rato. Y se nota en que cuando «entramos en harina», las palabras son pocas, con escaso contenido, y cualquier tema es bueno para hacer la gracia y cortar el poco clima que había.

Con todo esto no quiero decir que esté mal en el grupo, ni que vaya mal… De hecho va mucho mejor de lo que yo esperaba: tenemos reunión todas las semanas, más o menos se traen leídas las cositas de casa, y hay muy buen rollo entre nosotros (cosa que tampoco es dificil, jaja); pero me falta algo. Me falta esa interpelación que todos necesitamos, me falta la confianza y la comodidad de poder decir: «pues a mí lo que me mueve a hacer esto o lo otro es la alegría que me da hacer felices a los demás» y que no me miren con cara de… pero qué diceeeees?????

Y así le respondí por correo:

Es llamativo (por no decir triste) la cantidad de personas que he conocido que, con unas palabras u otras, dicen lo mismo que tú: «me falta un grupo que…», «no termino de encontrar un grupo que…»., «estoy bien donde estoy, pero echo en falta un grupo que…». Tú lo expresas perfectamente: «Personalmente, yo llevo estos últimos tres años sin un grupo fijo y cercano que me aporte lo que yo siempre he tenido en un grupo. Apoyo, posibilidad de compartir, escucha, interpelación, interpelación, y más interpelación…».

Repito que, según leía tu escrito, se me llenaba la memoria de nombres y nombres con esa misma necesidad y esa misma búsqueda. Es como si desde hace una o dos décadas, en nuestra Iglesia -no sé si esto se da también en las Iglesias de otros países y continentes, aunque me huele que no o, en todo caso, si se da es de modo distinto- surgiera una especie de movimiento nuevo de los que buscan «Un lugar en la Iglesia«.

Lugar que, al igual que en esa joya del cine que es «Un lugar en el mundo», no se quiere -al menos en el caso tuyo y de aquellos de quienes hablo- que sea grande y espectacular y poderoso y yo qué sé qué más. No. Lo que se busca es que sea sincero, hondo, denso, capaz de acoger-interpelar-relanzar lo que uno vive en cuanto persona y en cuanto creyente en las capas hondas de la vida.

Y es relevante que esto le ocurre a cristianos de todo tipo. No es una cuestión sólo de jóvenes, o sólo de «muy comprometidos» (cada vez me gusta menos eso de «comprometidos», pero esa reflexión para otro día), o de gente de movimientos o parroquias… Es algo que ocurre a gente de todos los ámbitos sociales y personales. Ciertamente, he de reconocer que no me atrevería a decir que es algo mayoritario, pues me parece que lo mayoritario es o bien estar más o menos a gusto con lo que mejor o peor ofrece la parroquia o la comunidad que sea, o bien andar un cierto tiempo en búsqueda inquieta y terminar, lamentablemente, dejando de buscar y recordando lo bueno que «fue» aquello pero que hoy en día ya no es.

Y también es relevante, por supuesto, que buena parte de esa gente -quizá la inmensa mayoría- que siente lo mismo que sientes tú, Alba, no sois «cristianos de misa y punto», sino gente que intenta tomarse en serio la Buena Noticia del Reino, gente fascinada profundamente por el Señor Jesús, gente que siente tan grande y bueno lo que vive y sueña que necesita como el comer el poder ponerlo en una mesa junto a otros y otras para compartirlo, partirlo, y repartirlo como si fuera un pan hecho entre todos, una copa llena con el mosto maduro de la vida de cada quien.

No tengo respuesta para esa inquietud tuya, Alba. Es más, me sería más o menos fácil decirte que adelante, que sigas buscando, que no cejes en ese empeño porque tarde o temprano lo conseguirás… Pero de toda esa frase hay una parte que te diría sinceramente y otra de la que no esto y tan seguro. Soy sincero al decirte lo de que adelante y sigas. Pero lo que no puedo afirmar con seguridad sin mentirte es lo de que «tarde o temprano lo conseguirás». La verdad es que eso no lo sé. Porque de todos esos nombres que te decía arriba que me venían a la memoria, no puedo decir que la mayoría lo encontraran. Algunos sí, desde luego. Pero no todos: no pocos aun siguen buscando -y, mientras tanto, siendo fieles a lo que tienen, aunque no les llene del todo-, otros terminaron dejando de buscar, y a otros les va en temporadas, porque no es fácil mantener constante la búsqueda, ni ésta ni ninguna: la fidelidad es el gran reto del cristiano, porque lo es del ser humano. Y menos cuando, como en estos tiempos eclesiales que nos han tocado, con frecuencia hay más otoño que primavera, y más piedras para tropezar que buenos sillares que permitan construir (aunque sea arriesgadamente).

La Comunidad Cristiana tendríamos que sentarnos a leer con calma el por qué le ocurre a tanta gente lo que me dices en tu correo, y no hace falta explicarte que cuando digo «leer» hablo de algo tan antiguo -¡y tan propio del Dios que se hace hombre, historia, camino y cotidianeidad!- como ver qué pasa, por qué pasa, a quién pasa, cómo pasa… Y es que a la Iglesia de estos primeros tiempos del siglo XXI parece que se nos hubiera olvidado aquello de los «signos de los tiempos» que el Vaticano II proclamo como realidad y como tarea. La Iglesia no sólo intuimos el camino del Reino hoy y aquí a partir de la revelación bíblica, la doctrina, o la reflexión teológica, sino también a partir de la vida («la Vida»), de lo que ocurre, de ese Quinto Evangelio que es el discurrir de la historia que vamos tejiendo cada hombre y cada mujer con sus y nuestros gozos y esperanzas, sus y nuestras tristezas y angustias (como proclama el nº 1 de Gaudium et Spes). La vida (repito, «la Vida») es fuente de revelación. Y el que haya
tantos y tantos escritos como el tuyo, Alba, no puede ser una casualidad, no puede ser un paréntesis en ese formidable caminar de Dios que es la historia en la que aletea sin cesar el aliento de su Espíritu.

Junto a todo lo anterior, no se puede negar que son muchos los que hoy en día encuentran respuesta a esa necesidad que planteas, Alba, en grupos y movimientos cristianos muy característicos: Neocatecumenales, Opus Dei, Focolares, Comunión y Liberación… Tampoco es escaso el número de gente que, al menos en una etapa de su vida (generalmente, entre la adolescencia y la primera juventud) encuentran su espacio en grupos ligados a la vida religiosa. A la vez, espacios como comunidades de base en sentido amplio, movimientos especializados de Acción Católica, o, por poner otro ejemplo, grupos basados en la Revisión de Vida (la auténtica, la que es mucho más un estilo de vivir que un método de hacer una reunión), van disminuyendo en número y en intensidad. Y aun habría que hablar de mas situaciones, pero con este escrito no quiero hacer ningún análisis riguroso, sino sólo ir apuntando líneas para lo que decía antes, para ese esfuerzo que deberíamos hacer la Iglesia de leer con ojos creyentes correos electrónicos como el tuyo.

Y con todo, hay algo, Alba, que sí me atrevo a decirte. Y me atrevo porque a mí me ha servido y me sirve -y a otros también- no tanto para encontrar o dejar de encontrar el lugar de llegada, sino para, al menos, mantenerse en camino y poder seguir abriendo cada mañana las persianas en esperanza (la auténtica, la que nace de descubrir cómo mira el rostro de Dios en Jesús). Me refiero a vivir todo eso con una clara conciencia de «Éxodo», de saber que estos tiempos son -para ti, para mí, para muchos- tiempos en los que hemos apostado por abandonar Babilonia y ponernos decididamente en marcha hacia Jerusalén… aunque eso suponga dejar atrás la no del todo desagradable Babilonia (en la que se es esclavo, sí, pero de forma muy sutil), cruzar el desierto, y, encima, no estar seguro de que lleguemos.

Sigo buscando mi espacio y mi hueco en la Iglesia porque sé que no es un sueño, porque sé que esa «Jerusalén» tiene que existir, y que si no existe podemos arremangarnos y ponernos a construirla. Cerca de mí surgen voces que me invitan a uno u otro sitio y me dicen que ahí se está bien y a gusto. Y, por lo pronto y en este escrito, no digo ni que sí ni que no, ni me pongo a discernirles desde el Evangelio del Victorioso Crucificado. Pero sí digo que no son lo mío, que algo dentro de mí me sigue empujando a buscar otra cosa, otro estilo, otra forma de hacer carne la Palabra y poner la Mesa anticipada del Reino en los caminos de los extrarradios.

Y sé que esa «otra cosa» existe. Lo sé porque hay hermanos y hermanas que, aunque están físicamente lejos de mí o de mis posibilidades actuales, la han encontrado. Y más importante aún: sé que existe porque esta necesidad que siento -y que sientes tú, Alba, y que siente aquél, y aquél, y tantos y tantas- no puede ser una alucinación, un «error doctrinal», una «falta de comunión»: nada tan vivo y tan intenso y tan discernido y tan profundo puede tener un origen distinto al del Aliento del Señor que siempre -ab-so-lu-ta-men-te siempre- camina por delante de nosotros en este éxodo hacia los Cielos Nuevos y la Tierra Nueva.

Como te digo, Alba, a mí eso me ayuda. A lo mejor no me garantiza el éxito -Moisés no entro a la Tierra Prometida (ver Deut 31, 2)-, a lo mejor no me evita el que haya días de cansancio y de dudas -también Israel añoraba las cebollas y los puerros de Egipto a pesar de que allí estaba el látigo (ver Núm 11, 4)-, ni tampoco me quita el, a veces, echarle la bronca al Señor por meterme dentro esta sed y no ponerme cerca la fuente. Pero lo que sí que me hace es seguir buscando, seguir caminando y soñando ese grupo donde, con palabras tuyas, haya «apoyo, posibilidad de compartir, escucha, interpelación, interpelación, y más interpelación». De hecho, en estos momentos de mi vida, podría presentarte a unos que nos reunimos todos los viernes -todos menos yo tienen 18 años-, entendieron y se identificaron plenamente con tu correo cuando se lo leí -sin nombre ni ningún dato personal, por supuesto- el viernes pasado, y ¡sólo somos cuatro! (y con pintas de ser tres de aquí poco).

Buf, releo todo lo escrito arriba y tengo la sensación de que he usado muchísimas palabras para no terminar diciendo nada. En fin, que eso, Alba, que hay que seguir, que hay que seguir dejando que esa ansia de encontrar «un lugar en la Iglesia» nos siga quemando. Y que hay que seguir porque, aun suponiendo que nosotros no lo encontremos, nuestra búsqueda hará que los que vengan detrás estén un poco más cerca. Que así se hace el Reino, paso a paso y codo con codo, sabiendo que -ver Salmo 55 (56), 9- ningún sudor y ninguna lágrima es dejada de recoger por Dios en su odre, sabiendo que nuestra vida errante está anotada paso a paso por él… y termina dejando un poquito más cerca para los siguientes el Sueño Grande y Bueno de Dios, que Jesús llamaba el Reino.

Bueno, pues eso, que tendremos que crear un movimiento llamado «Los que Buscan un Grupo como Dios Manda» jeje Será un movimiento de gente que no se reúne nunca, porque si se reunieran ya no serían de ese movimiento. Pero, eso sí, seremos muchos.

El Resucitado es el Crucificado

Este artículo de Jon Sobrino fue publicado en la revista «Sal Terrae» en marzo de 1982. He añadido imágenes de Maximino Cerezo Barredo.

EL RESUCITADO ES EL CRUCIFICADO
Lectura de la resurrección de Jesús desde los crucificados del mundo

Este número monográfico de “Sal Terrae” está dedicado a la resurrección de Jesús como acontecimiento y verdad fundamental para la fe cristiana. Queremos en este breve artículo recordar otra verdad no menos fundamental para la fe: que el resucitado no es otro que Jesús de Nazaret crucificado. No nos mueve a ello el subrayar necesariamente lo dolorista, como si no pudiera haber en la fe un momento de gozo y esperanza, ni tampoco ningún principio teológico que pudiera exigir contraponer siempre cruz y resurrección. Nos mueve más bien una doble honradez, con los relatos del Nuevo Testamento por una parte y con la realidad de millones de hombres y mujeres por otra.

Con lo primero queremos decir que es preciso recordar que el resucitado es el crucificado, por la sencilla razón de que es verdad y de que así -y no de otra manera- se presenta la resurrección de Jesús en el NT. Esta verdad no es, además, sólo una verdad de hecho que hubiera que notar como un dato más del misterio pascual, sino una verdad fundamental, en el sentido de que fundamenta la realidad de la resurrección y, de ahí, cualquier interpretación teológica de ella.

El Resucitado es el Crucificado Jon Sobrino. Maximino Cerezo 1Con lo segundo queremos decir que en la humanidad actual -y ciertamente donde escribe el autor- existen muchos hombres y mujeres, pueblos enteros, que están crucificados. Esta situación mayoritaria de la humanidad hace del recuerdo del crucificado algo connatural, y exige ese recuerdo para que la resurrección de Jesús sea buena noticia concreta y cristiana, y no abstracta e idealista. Por otra parte, son estos crucificados de la historia los que ofrecen la óptica privilegiada para captar cristianamente la resurrección de Jesús y hacer una presentación cristiana de ella. Esto es lo que pretendemos hacer a continuación: concretizar cristianamente algunos aspectos de la resurrección de Jesús desde su realidad de crucificado, lo cual, a su vez, se descubre mejor desde los crucificados de la historia.

1. El triunfo de la justicia de Dios

Muy pronto, a través de un proceso creyente, se universalizó lo ocurrido en la resurrección de Jesús. Cruz y resurrección empezaron a funcionar como símbolos universales de la muerte -como destino de todo ser humano- y de su anhelo de inmortalidad -como esperanza de todo ser humano-. El poder resucitador de Dios se presentó como garantía de esa esperanza más allá y contra la muerte. Continue reading