Vivir en salida. Dentro tenemos lo seguro (pero estéril), lo ya conocido (pero anquilosado), lo controlable (pero porque no hay novedad).
¿Y fuera? Fuera está el riesgo, lo que hay que aprender, lo que no encaja en nuestros esquemas.
Toca elegir.
Elegir si quedarnos dentro y que, si quieren, entren ellos (para eso nosotros somos «los buenos, los que tenemos la verdad»).
O elegir vivir en salida. Vivir para pescar -si es el caso- fuera de la pecera, vivir para seguir las huellas del que siempre va por delante de nosotros, vivir sabiendo que «lo de dentro» no existe más que para servir a «lo de fuera».
Vivir, en fin, en la salida del encuentro samaritano.
Sí, nos mancharemos del polvo del camino, pero será polvo enamorado.
«Cuanto más coro formamos (cuanto más corales somos), más se ve obligada la melodía a cambiar»
[imagen tomada del Instagram de @mysisterorg]
Toda intervención social, y especialmente una pastoral social samaritana y en el Espiritu de Jesus, no puede limitarse al acompañamiento y el codo a codo con el/la pobre y descartado/a.
Atender y paliar las consecuencias de la #pobreza implica, necesariamente, hacer frente a las causas de esa pobreza.
Porque la pobreza no ocurre porque sí, ni por una fatalidad ineludible. La pobreza tiene causas. Y, frente a ellas, hay que hacer incidencia sociopolítica.
Una incidencia coral, una incidencia que forme coro con otros/as, tanto de «dentro» como de «fuera» de nuestra pecera.
No es fácil reformar la melodía de la historia que imponen los poderosos y que impone -a veces insensiblemente- nuestro vivir cotidiano,
Pero…. «Cuanto más coro formamos (cuanto más corales somos), más se ve obligada la melodía a cambiar».
La frase completa es de la actriz y autora Amber Tamblyn: «The women I know, myself included, are done playing the credentials game. We are learning that the more we open our mouths, the more we become a choir. And the more we are a choir, the more the tune is forced to change«.
Y ay de la intervención social que lo olvide. Esa persona que acompañas, no es «un caso», no es «un tal» o «una cual». Esa persona es de colores, y «su caso» hay que leerlo desde ella, con ella, para ella.
Lo mismo cuando se nos llena la boca explicando cómo son «los jóvenes», o «las mujeres», o ta o cual colectivo. Somos de colores. Y no sólo por la raza.
A fin de cuentas, «a imagen y semejanza suya los creó». Y Él -más que nadie- es de colores.
Publicado el día en que Miriam, de nuestra pequeña iglesia doméstica, celebra su Confirmación en el Espíritu y ante la Asamblea del Pueblo de Dios.
Todos sabemos que la Iglesia, para su celebrar a lo largo del año, usamos multitud de himnos, cantos, oraciones, etc. Textos que, evidentemente, aparecen o son olvidados según el gusto y la sensibilidad de cada época, o de cada lugar (rito latino, oriental, otros ritos…), o de, en fin, la importancia que el pueblo ha dado a ese texto en su vivir la oración y la celebración.
Por eso, son importantes aquellos textos que, a pesar de todo, se han mantenido a lo largo de los siglos, pues revelan que los cristianos han querido que esos textos no se perdieran. No son muchos. Y, curiosamente, entre ellos hay dos himnos al Espíritu Santo. En nuestra iglesia occidental, ambos son conocidos por su primer verso en latín: “Veni, Creator” y “Veni, Sancte Spiritus”.
Antes de copiar la traducción usual (hay otras) de ambos himnos, digamos algo sobre cada uno.
Señor, bendice mis manos para que sean delicadas y sepan tomar sin jamás aprisionar, que sepan dar sin calcular y tengan la fuerza de bendecir y consolar.
Señor, bendice mis ojos para que sepan ver la necesidad y no olviden nunca lo que a nadie deslumbra; que vean detrás de la superficie para que los demás se sientan felices por mi modo de mirarles.
Señor, bendice mis oídos para que sepan oír tu voz y perciban muy claramente el grito de los afligidos; que sepan quedarse sordos al ruido inútil y la palabrería, pero no a las voces que llaman y piden que las oigan y comprendan aunque turben mi comodidad.
Señor, bendice mi boca para que dé testimonio de Ti y no diga nada que hiera o destruya; que sólo pronuncie palabras que alivian, que nunca traicione confidencias y secretos, que consiga despertar sonrisas.
Señor, bendice mi corazón para que sea templo vivo de tu Espíritu y sepa dar calor y refugio; que sea generoso en perdonar y comprender y aprenda a compartir dolor y alegría con un gran amor. Dios mío, que puedas disponer de mí con todo lo que soy, con todo lo que tengo.
Este himno, inspirado en 1ªCor 13, está grabado en un placa de piedra situada en el baptisterio de la iglesia prerrománica de Santa María la Real de O Cebreiro, en el puerto de montaña de Pedrafita do Cebreiro (Lugo), en pleno Camino de Santiago. Se atribuye a un franciscano, Fraydino o Fray Dino, que vivió en La Faba, a pocos kilómetros de O Cebreiro.
Aunque hubiera recorrido todos los caminos, cruzado montañas y valles desde Oriente hasta Occidente, si no he descubierto la libertad de ser yo mismo no he llegado a ningún sitio.
Aunque hubiera compartido todos mis bienes con gentes de otra lengua y cultura, hecho amistad con peregrinos de mil senderos o compartido albergue con santos y príncipes, si no soy capaz de perdonar mañana a mi vecino no he llegado a ningún sitio
Aunque hubiera cargado mi mochila de principio a fin y esperado por cada peregrino necesitado de ánimo, o cedido mi cama a quien llegó después, y regalado mi botellín de agua a cambio de nada, si de regreso a mi casa y mi trabajo no soy capaz de crear fraternidad y poner alegría, paz y unidad, no he llegado a ningún sitio.
Aunque hubiera tenido comida y agua cada día y disfrutado de techo y ducha todas las noches, o hubiera sido bien atendido de mis heridas, si no he descubierto en todo ello el amor de Dios, no he llegado a ningún sitio.
Aunque hubiera visto todos los monumentos y contemplado las mejores puestas de sol; aunque hubiera aprendido un saludo en cada idioma, o probado el agua limpia de todas las fuentes, si no he descubierto quién es autor de tanta belleza gratuita y de tanta paz no he llegado a ningún sitio.
Si a partir de hoy no sigo caminando en tus caminos, buscando y viviendo según lo aprendido; si a partir de hoy no veo en cada persona, amigo y enemigo, un compañero de camino; Si a partir de hoy no reconozco a Dios, el Dios de Jesús de Nazaret, como el único Dios de mi vida, no he llegado a ningún sitio.
Cuando te despiertes yo ya me habré ido. He querido ahorrarte despedidas. Ya has sufrido bastante y lo que sufrirás, María.
Ahora es de noche, mientras te escribo. El gato me mira como diciendo: “¿Es que no va a poder uno dormir en esta casa nunca?”.
Quiero decirte por qué me voy, por qué te dejo, por qué no me quedo en el taller haciendo marcos para las puertas y enderezando sillas el resto de mi vida.
Durante treinta años he observado a la gente de nuestro pueblo Continue reading
Llueve. Y, además, no hay tiempo. O al revés, no hay tiempo y además llueve. Es igual, el caso es que llueve y el caso es que no hay tiempo, ¿sabe usted? Porque se echan encima los Reyes, y hay que hacer de pajes para las cartas de todos. Pajes mientras llueve, y no hay tiempo Casi no hay tiempo.
Y por qué llueve no tiene misterio. Llueve porque llueve. Punto. Pero por qué no hay tiempo ya es otra cosa. Porque el caso es que podía haberlo. Y de sobra.
Podía haber tiempo si pasamos de los niños, si nos olvidamos del trabajo en uno u otro sitio, si hacemos Continue reading
[1] Por lo que suele decirse en la red, estos versos se encontraron a la muerte de Unamuno entre sus papeles. Hay versiones que lo de «padre» lo escriben «Padre» (¿lo hizo así Unamuno o es una conversión hecha por otros para darle mayor se ntido religioso?) y que «bendita» lo convierten en «aquella». Con todo, lo que sí conviene anotar Continue reading
El diario El País publicó el 25 de mayo pasadoeste artículocon el que coincido. Es deFrancis Spufford. La traducción es de Ángela Porras y la imagen de Eva Vázquez.
Permítanme que venga a molestarles con un proyecto: el del respeto mutuo entre ateos y creyentes. Se apoya en un principio muy sencillo: ambos sostenemos una postura para la que, por definición, no hay pruebas. Nosotros creemos que existe un Dios y ustedes creen que no; cuando, en realidad nadie lo sabe, ni puede saberlo: no es una cuestión susceptible de ser probada. La ciencia, como mucho, puede demostrar que no hay necesidad de Dios como explicación física de nada. Puestas así las cosas, la posición natural, neutral y moderada sería el agnosticismo: un calmado, indiferente desconocimiento. Sin embargo, usted y yo, esas salvajes criaturas románticas que somos, nos apresuramos a tomar posiciones de fe sobre el asunto. Esta compartida (aunque enfrentada) extravagancia podría convertirnos en almas gemelas. O en sin-almas gemelas; yo digo lechuga, usted dice tomate, pero al menos ambos estamos hablando de hortalizas. Ateos y creyentes son, en formas opuestas, gente con convicciones, gente que se queda fuera del centrado campo del empirismo. Mes frères, mes soeurs, mes semblables! Abracémonos, porque todos somos refugiados huyendo del aburrido pragmatismo.
Ah, ¿que no? No. Porque exponer que el ateísmo es simplemente otra forma de fe ataca la idea que el no creyente beligerante tiene de sí mismo: la idea de que el ateísmo es de alguna forma científico y, en el campo Continue reading
En el pueblo todos le llamaban “El Preguntas”. Y él se decía a sí mismo que, a fin de cuentas, era normal su ignorancia de tantas cosas. Aunque ya tenía 42 años (más o menos, tampoco estaba muy seguro), su pueblo era uno de los más pequeños (había quien decía que era «el más» pequeño) de Judá. Recordaba que, de crío, el rabino se ponía muy contento cuando había cinco niños en su escuela, ¡porque si había cinco es que habían ido a clase todos los niños del pueblo! De todos modos, no estuvo mucho tiempo en la escuela del rabino. Sacar la casa aelante requería muchas manos, y aun así eran pocas. Por eso, desde muy chico le toco pastorear.
Quizá fuera esa la razón de que tuviera tantas preguntas. Pero debía haber algo más. Continue reading
Día Internacional del Migrante 2014. Rafael Amor canta No me llames extranjero, en una grabación de 1977.
No me llames extranjero porque haya nacido lejos, o por que tenga otro nombre la tierra de donde vengo. No me llames extranjero porque fue distinto el seno o por que acunó mi infancia otro idioma de los cuentos. No me llames extranjero si en el amor de una madre tuvimos la misma luz, en el canto y en el beso, con que nos sueñan iguales las madres contra su pecho.
No me llames extranjero, ni pienses de donde vengo, mejor saber donde vamos, a dónde nos lleva el tiempo. No me llames extranjero porque tu pan y tu fuego calman mi hambre y frío, y me cobije tu techo, No me llames extranjero, tu trigo es como mi trigo, yu mano como la mía, tu fuego como mi fuego, y el hambre no avisa nunca, vive cambiando de dueño.
Y me llamas extranjero porque me trajo un camino, porque nací en otro pueblo, porque conozco otros mares, y zarpé un día de otro puerto, si siempre quedan iguales en el adiós los pañuelos, y las pupilas borrosas de los que dejamos lejos, los amigos que nos nombran, y son iguales los besos y el amor de la que sueña con el día del regreso. No me llames extranjero, traemos el mismo grito, el mismo cansancio viejo que viene arrastrando el hombre desde el fondo de los tiempos, cuando no existían fronteras, antes que vinieran ellos, los que dividen y matan, los que roban, los que mienten, los que venden nuestros sueños, los que inventaron un día, esta palabra, extranjero.
No me llames extranjero, que es una palabra triste, que es una palabra helada, huele a olvido y a destierro. No me llames extranjero, mira tu niño y el mío cómo corren de la mano hasta el final del sendero. No los llames extranjeros, ellos no saben de idiomas, de límites ni banderas: míralos, se van al cielo por una risa paloma que los reúne en el vuelo.
No me llames extranjero, piensa en tu hermano y el mío, el cuerpo lleno de balas besando de muerte el suelo. Ellos no eran extranjeros, se conocían de siempre por la libertad eterna e igual de libres murieron. No me llames extranjero, mírame bien a los ojos, mucho más allá del odio, del egoísmo y el miedo. Y verás que soy un hombre, no puedo ser extranjero.
Desahucios, exclusión sanitaria, paro… A principios del siglo XX, José Mª Gabriel y Galán escribía en castúo (variedad extremeña del español) el estremecedor poema «El embargo«.
Señol jues, pasi usté más alanti y que entrin tos esos, no le dé a usté ansia no le dé a usté mieo…
Si venís antiayel a afligila sos tumbo a la puerta. ¡Pero ya s’ha muerto!
¡Embargal, embargal los avíos, que aquí no hay dinero: lo he gastao en comías pa ella y en boticas que no le sirvieron; y eso que me quea, porque no me dio tiempo a vendello, ya me está sobrando, ya me está gediendo!
Embargal esi sacho de pico, y esas jocis clavás en el techo, y esa segureja y ese cacho e liendro…
¡Jerramientas, que no quedi una! ¿Ya pa qué las quiero? Si tuviá que ganalo pa ella, ¡cualisquiá me quitaba a mí eso! Pero ya no quio vel esi sacho, ni esas jocis clavás en el techo, ni esa segureja ni ese cacho e liendro…
¡Pero a vel, señol jues: cuidaíto si alguno de ésos es osao de tocali a esa cama ondi ella s’ha muerto: la camita ondi yo la he querío cuando dambos estábamos güenos; la camita ondi yo la he cuidiau, la camita ondi estuvo su cuerpo cuatro mesis vivo y una nochi muerto!
¡Señol jues: que nenguno sea osao de tocali a esa cama ni un pelo, porque aquí lo jinco delanti usté mesmo! Lleváisoslo todu, todu, menus eso, que esas mantas tienin suol de su cuerpo… ¡y me güelin, me güelin a ella ca ves que las güelo!…
Hay esperanzas muertas, inanes, pasivas… Que se limitan al ojalá.
Y hay una esperanza fuerte, una esperenza alimentada con mimo en el día a día, insobornable frente a todo canto de sirenas que aconseje no soñar, segura de que tiene (Sabina dixit) los pies en el suelo y el grito en el cielo.
Una esperanza que moviliza cada mañana frente a la increible inercia de la realidad, y en la noche vuelve a la cama desnuda y con las manos vacias, pero con el corazón lleno de nombres (Casaldáliga).
Una esperanza cuya piedra angular no es ser mi esperanza, sino nuestra esperanza y esperanza para ellos, para los que son robados de su esperenza mientras Momo, subversivamente, cuenta sus cuentos frente a todo Hombre Gris.
Esperar seguro de la fe en esperanza. Esperar haciendo el amor entre sudor y carne con carne. Esperar contra toda esperanza.
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