Himnos al Espíritu Santo

Publicado el día en que Miriam, de nuestra pequeña iglesia doméstica, celebra su Confirmación en el Espíritu y ante la Asamblea del Pueblo de Dios.

Himnos al Espíritu SantoTodos sabemos que la Iglesia, para su celebrar a lo largo del año, usamos multitud de himnos, cantos, oraciones, etc. Textos que, evidentemente, aparecen o son olvidados según el gusto y la sensibilidad de cada época, o de cada lugar (rito latino, oriental, otros ritos…), o de, en fin, la importancia que el pueblo ha dado a ese texto en su vivir la oración y la celebración.

Por eso, son importantes aquellos textos que, a pesar de todo, se han mantenido a lo largo de los siglos, pues revelan que los cristianos han querido que esos textos no se perdieran. No son muchos. Y, curiosamente, entre ellos hay dos himnos al Espíritu Santo. En nuestra iglesia occidental, ambos son conocidos por su primer verso en latín: “Veni, Creator” y “Veni, Sancte Spiritus”.

Antes de copiar la traducción usual (hay otras) de ambos himnos, digamos algo sobre cada uno.

El “Veni, Creator” es un texto del siglo IX (aunque, probablemente, a partir de textos anteriores), escrito en latín, y que se suele atribuir -sin excesiva academicidad- a Rabano (o Rábano) Mauro, escritor, filósofo, teólogo, y monje benedictino alemán.

El “Veni, Sancte Spiritus”, también escrito en latín, se proclama como Secuencia en la liturgia de Pentecostés. Ha sido atribuido a diversos autores, sin que haya constancia real de ninguno de ellos. De hecho, el himno tiene toda la apariencia -como el anterior- de ser más una creación colectiva, aunque, por supuesto, alguien terminara de pulirla y fijarla, lo que ocurrió en el siglo X.

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VENI, CREATOR

Ven, Espíritu Creador;
visita las almas de tus fieles.
Llena de tu divina gracia
los corazones que Tú mismo has creado.

Tú, a quien llamamos Paráclito,
Don del Dios altísimo,
fuente viva, fuego, caridad,
y unción espiritual.

Tú derramas sobre nosotros tus siete dones,
Tú eres el dedo de la mano de Dios,
Tú eres el prometido del Padre,
y pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.

Enciende con tu luz nuestros sentidos,
infunde tu amor en nuestros corazones,
y con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra frágil carne.

Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto el don de tu paz,
siendo Tú mismo nuestro guía
haz que evitemos todo lo que nos es nocivo.

Por Ti conozcamos al Padre
y también al Hijo,
y que en Ti, que eres el Espíritu de ambos,
creamos en todo tiempo.

Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó de entre los muertos,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos de los siglos.
Amén.

VENI, SANCTE SPIRITUS

Ven, Espíritu Divino
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

Amén.

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